San Guillermo nació en Francia. Tras su conversión, vagó por España, Italia y Tierra Santa. Después de regresar, buscó un lugar solitario en Toscana, Italia, para vivir como ermitaño. Tiempo después, se trasladó a una ermita en Malavalle –en Grossetto, Italia-, donde permaneció llevando una vida de oración, silencio, ayuno y penitencia hasta su muerte, el 10 de febrero de 1157.
No fundó ninguna Orden Religiosa ni escribió una Regla de Vida. Sin embargo, dos de sus seguidores formaron la Orden de San Guillermo (también conocida como Wilhelmitas) después de su muerte. Los agustinos veneran a San Guillermo desde el siglo XIII. El Papa Inocencio III lo canonizó en 1202.
Beato João Bom Nació en Mantua hacia 1169. Tras recuperarse de una grave enfermedad, abrazó la vida eremítica en cumplimiento de un voto. Su fama se extendió y muchos devotos se le unieron, dando origen así a la Orden de los Hermanos del Buen Juan, o jambonitas, en Botriolo (Cesena).
Se distinguió por su espíritu de penitencia, su fe en Dios y su amor a la Iglesia. Su Orden pasó a formar parte de la Orden de los Agustinos en la unión de 1256.
Su culto fue permitido por el Papa Sixto IV, mediante la bula “Licet Sedes Apostolica”, de 1483. Su cargo fue concedido a la Orden en 1672.
Murió el 16 de octubre de 1249 en Mantua, en cuya catedral se conservan sus reliquias.
Oración
Dios, Padre nuestro, que concediste a San Guillermo y al Beato Juan Bueno un verdadero espíritu de penitencia y contemplación: Siguiendo sus ejemplos, dejémonos guiar por el espíritu de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.