Podemos afirmar que en la historia del Santuario de Nuestra Señora de la Salud de Bojacá, las cosas fueron concurriendo con la mayor naturalidad y sencillez. Todo comenzó con la adquisición de un simple cuadrito de la Virgen de los Dolores.
Pero, pese a lo callado y humilde del desenvolvimiento histórico del Santuario de Nuestra Señora de la Salud de Bojacá, hoy se le considera uno de los más célebres Santuarios Marianos de la República de Colombia.
Los comienzos del Santuario se pueden situar muy bien en el año 1729, cuando tomó posesión de la Parroquia, como cura doctrinero, el P: Maestro Francisco de Cárdenas. Este Fraile Agustino era un sincero devoto de la Virgen de los Dolores. Durante su Curato (1729-1743), el Padre cárdenas se esforzó en mejorar la Iglesia, dotándola en cuanto más pudo. Y uno de los aumentos consistió precisamente en la adquisición de un pequeño cuadro de la Virgen de los Dolores, que hizo colocar en la portezuela del nuevo Sagrario que mandó hacer.
Con este pequeño cuadro, empezó su presencia en la Iglesia de Bojacá, Nuestra Señora de los Dolores y fue como el anuncio del Cuadro grande que llegaría más tarde, mayor no solo en tamaño sino también en prestancia y nombradía.
En efecto, leyendo las anotaciones consignadas en los libros de bautismos del Despacho Parroquial, correspondientes a esa época, podemos inferir que vivía por entonces en el vecindario de Bojacá, un católico devoto llamado José Pérez, español de nacimiento, amigo del Padre Cárdenas. Tan grande era el grado de amistad que Fray Francisco aceptó apadrinar un hijo que Don José hizo bautizar en el año de 1741.
Claro que además de la amistad, había otro lazo que unía a estos dos amigos, y era una férvida devoción a Nuestra Señora de los Dolores. Llevado, pues, de su devoción y de su amistad con el Padre Cárdenas cuyas aspiraciones él conocía, resolvió Don José donar a la Iglesia de Bojacá, un lienzo grande, con la imagen de nuestra Señora de los Dolores.
Este hecho se encuentra registrado en el “inventario de aumentos de 1755 a 1758” con las siguientes lacónicas palabras: “un retablo con una Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de María Santísima, a devoción de José Pérez”.
Este cuadro de los Dolores de María Santísima donado por Don José Pérez es el mismo sagrado Lienzo de Nuestra Señora de la Salud. En confirmación de este aserto, podemos citar el testimonio de los inventarios, resumiendo así: En el inventario de 1755-1758, el cuadro de Nuestra Señora de la Salud aparece con el nombre de Nuestra Señora de los Dolores; luego, en los inventarios de 1833 y 1836, recibe el título de Nuestra Señora de las Angustias; este cuadro, en el inventario de 1851, se conoce con el nombre de Nuestra Señora del Topo y, finalmente, en el inventario de 1872, se vuelve a registrar con el nombre de Nuestra Señora del Topo.
Así, quedó despejada la confusión y quedó consagrado el nombre de NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD. El crecimiento de esta devoción fue lento pero continuo; y así en el año 1922, el Cura Párroco, Fray Hilarión García, observando la gran influencia de los fieles, resolvió instituir la fiesta anual de Nuestra Señora de la Salud, y para ese fin, escogió el segundo domingo de septiembre, por ser el que cae más próximo a la fiesta de los Dolores. Además, para que la fiesta tuviera más resonancia, estableció el lunes siguiente, como el día de las Fiestas Patronales del pueblo.
Los resultados colmaron toda expectativa, ya que las romerías se consolidaron definitivamente.
En el año de 1946 tomó posesión de la Parroquia y el Priorato del Convento de Bojacá, el Padre Fray Eliseo de Alava. Este padre percibió certeramente desde un principio el amplio porvenir del Santuario y lo apoyó con tal resolución, que se puede afirmar que él fue el iniciador del acelerado desarrollo, que desde entonces se ha venido experimentando, en lo cual son dignos de loa los párrocos sucesores por haber seguido conservando el ritmo.
La explicación de la magnífica plenitud actual estriba primeramente en el querer y voluntad de la Santa Virgen que ha elegido a Bojacá, como trono de miseración; y luego, en el denodado esfuerzo de los frailes adscritos al Convento, atendiendo solícitamente a la piadosa multitud tanto en el Despacho Parroquial como la celebración de las misas y la audición de las confesiones.
Otro factor decisivo fue la asidua y constante labor del Hermano Higinio Hernández, fallecido el 22 de octubre de 1978, quien recorriendo a Cundinamarca y los departamentos vecinos, pueblo por pueblo, aldea por aldea, iba dando a conocer a las gentes la existencia del santuario, invitándolas a que fueran de visita para recabar de la Santa Virgen, bálsamo y remedio de sus penas y miserias.
Del Santuario mariano de Bojacá podemos decir que es un Santuario contemporáneo nuestro. Hunde sus raíces en el pasado, pero su florecimiento pertenece a nuestros días; lo hemos visto crecer juntamente y vigoroso con nuestros propios ojos.
La santa Madre de Dios imparte bendiciones y mercedes de orden temporal como puede serlo las curaciones, la buena salud, etc., sin embargo, la acción de la Santa Virgen se destaca en el campo moral y religioso, mediante el sinnúmero de conversiones de personas que, habiendo pasado hasta más de setenta años alejadas de Dios, al acercarse a visitar a la Madre Dolorosa han sentido su llamada maternal que las ha conducido al confesionario, al comulgatorio, y a la práctica de una vida sinceramente cristina como garantía de bendición y de salvación eterna.
Padre Fray Luis Alberto Monroy B., OSA. Q.E.P.D.